MOMENTOS DE UN ACTUAR ÉTICO
MOMENTOS DE UN ACTUAR ÉTICO
Ignacio Ellacuría
Primer momento: «Hacerse
cargo de la realidad» implica entender la situación real que tenemos ante
nuestra mirada. Por ejemplo, entender la situación de agresión y falta de
respeto ante la cual podríamos encontrarnos en una sala de clases: Entender sus
causas, motivos que la impulsan, formas de expresión, situación familiar de los
educandos… Estudiar la realidad de cara a ella, no es lo mismo que estudiarla
en la abstracción de un discurso lineal sobre la violencia que puede aparecer
en un libro. No digo que el libro no
sirva sino que es complemento… pero no sustituto de la realidad. El libro puede aclararnos algunos conceptos, entregarnos
algún lenguaje apropiado, algunas estrategias, precisamente, de acercamiento a
la realidad que nos preocupa y la cual debemos indagar.
Para hacernos cargo de la realidad de cualquier realidad y
llevarla hasta un salón de clases para tratarla con los alumnos y/o apoderados,
sin herirlos, sin exponer sus vidas privadas, el cine nos entrega un aporte
pedagógico incalculable; pues a través de su ficción podemos llevar, en un
lapso de dos horas, la violencia tal cual se da en situaciones reales de vida:
así, podemos presenciar la historia de una agresión física y psicológica desde
sus inicios y hasta su culminación; aprehendiendo a través de ella lo que
ocasiona el grito, la humillación, la tolerancia de lo intolerable y, al final,
la liberación y la búsqueda de la identidad perdida. El cine, nos recrea una
realidad sin desintegrarla; pues al igual que la vida real, hace uso de un
lenguaje no lineal. Nos permite conocer todos los factores que inciden; la
historia misma de cómo se fueron dando; los personajes involucrados y sus
formas de actuar e influir en ella.
Una pedagogía experiencial necesita instalarnos en la
realidad misma para que, por empatía, accedamos a ella experiencialmente; a
través no sólo de una observación directa, sino íntimamente, esto es,
haciéndola formar parte de nuestras propias experiencias de vida –acogiéndola-
para luego entenderla comprensivamente.
A ello aludimos cuando decimos “me pongo en el lugar de”, “siento en
carne propia lo que te ha pasado”. Se
trata, entonces, de imaginarse intelectiva, moral y afectivamente lo que otros
han vivido; es lo que también se logra con las historias fílmicas que
mágicamente, con el uso de los recursos del lenguaje cinematográfico, nos
introducen en un mundo que, aunque sabemos ficticio, nos hace sentir lo que
viven los personajes: nos enojamos con ellos, reímos, lloramos, criticamos,
damos consejos… El espectador de cine, en la medida que conoce todos los
elementos que conforman una situación: quienes son los buenos, los que mienten,
los engañados, las intenciones de los personajes, sus fortalezas y debilidades,
etc., entiende la realidad, por ello, puede “hacerse cargo” de ella y,
seguidamente, “hacer los cargos que corresponda”, esto es, “cargar con la
realidad”.
Segundo momento: “Cargar
con la realidad” implica determinar y analizar los distintos grados de responsabilidades
que se articulan en una situación; distinguiendo entre causas, influencias y
condiciones. La causa es la determinante. Si no tienes el don o virtud del
canto, por ejemplo, jamás podrás cantar bien, aunque tengas la oportunidad de
acceder a los mejores maestros de canto. Pero si cantas bien, la causa es tu
don y tu esfuerzo por realizarlo; el maestro ha sido una buena y a lo mejor
gran influencia o apoyo positivo, que ha facilitado la acción de la causa que
es siempre íntima, pero no es determinante de tu realización; pues somos
libres. Ahora bien, podrás saber cantar; pero si estás afónico o estás en un
recinto donde se debe guardar silencio; hay que esperar o hacer algo para que
cambien las condiciones. En otras
palabras, la causa es determinante; las influencias y condiciones, no. Existiendo la causa –el talento- el ser
humano puede superar toda influencia y condicionamientos, como también puede no aprovechar las influencias y
condicionamientos positivos: Tiene talento, lo medios óptimos para aprender, el
tiempo y lugar apropiado, pero la falta de voluntad o inseguridad, inhibe la
actuación de la causa, esto es, la actualización de su talento. Superados los vicios o debilidades, podrá
realizarse si lo hace “a tiempo”; pues algunos talentos son condicionados por
el paso del tiempo, a tal punto, que se vuelven un “imposible de realizar”;
ejemplo, el tenis a gran nivel, la danza.
Las causas son siempre íntimas o internas (La causa de que el vidrio se
quiebre con una piedra es su fragilidad; si no fuera frágil, no se rompería ni
con un balazo. Influencias para que la
fragilidad actúe son muchas: agua hirviendo, un terremoto, un alunizaje… Cargar la realidad, entonces, implica tener
claridad sobre cuáles son las causas de un actuar y qué lo motiva o influye,
condiciona.
Tercer momento: “Encargarnos de la realidad” implica estar
en condiciones de poder asumir la propia responsabilidad frente a quienes nos
hemos comprometido. Somos educadores; algo debemos hacer frente al dolor,
abandono, violencia que sufren nuestros
educandos; no podemos asumir una actitud de irresponsabilidad o de inoperancia.
Ser responsables implica responder de las consecuencias de lo que hacemos y de
lo que no hacemos. Por supuesto que para ello, tal como hemos visto, es
necesario hacerse cargo de la realidad, luego cargar con ella y, ahora,
encargarnos (responsabilizarnos) de ella; preguntarnos, entonces, qué debemos
hacer ante tal situación.
Cuando damos espacio y derecho a cualquier acción injusta,
sin hacer nada, no sólo aumentamos el daño a quien ha sido injustamente
agredido, sino que dificultamos la convivencia en paz de un curso y damos lugar
al mal ejemplo
Alfonso López Quintás, afirmaba en el libro que escribiera
junto a Gustavo Villapalos: “La responsabilidad es siempre proporcional a la
dignidad. La dignidad de quien consagra su vida a orientar a niños y jóvenes es
muy alta. Se hace responsable del futuro de estas personas y,
consiguientemente, de la sociedad”
d) Antes de hacernos cargo de la realidad, debemos hacernos
cargo de nosotros.
Entender o entendernos no es fácil. Por ahora, digámoslo en
forma simple: Somos lo que hemos ido haciendo de nosotros a lo largo de nuestra
trayectoria de vida; en ello debemos incluir lo que podíamos o debíamos haber
sido y no fuimos y lo que podríamos o deberíamos ser y aún no realizamos. Generalmente,
entender nuestro propio actuar personal, es mucho más complejo que entender el
de otros… A veces, la explicación o comprensión de una actitud, decisión o
comportamiento está en la interpretación o sentido que hemos dado en el pasado
a una experiencia que, para otros, podría no tener mayor incidencia. Analizarnos moralmente es difícil, influyen
sentimientos y un pasado que no es recordado tal cual ocurrió. Además, el pasado ya fue, no es modificable;
la esperanza está en proyectar un futuro que aún no es. Es algo que todo educador debe tener
presente, para alentar al alumno a superarse y no aplastarlo, haciendo hincapié
en el error ya pasado. Veamos algo más
sobre esta temática, donde es imposible separar la ética de la antropología:
Comentarios
Publicar un comentario